¿Qué se entiende por carbón activado?
El carbón activado es un material natural procesado con un alto contenido de carbono. Por ejemplo, el carbón, la madera o el coco son materias primas ideales para ello. El producto resultante tiene una alta porosidad y puede adsorber moléculas de contaminantes y atraparlas, purificando así el aire, los gases y los líquidos.
¿En qué formas se puede suministrar el carbón activado?
El carbón activado se puede fabricar comercialmente en forma granular, peletizada y en polvo. Se definen diferentes tamaños para distintas aplicaciones. Por ejemplo, en el tratamiento de aire o gas, la restricción del flujo es importante, por lo que se utilizan partículas gruesas para minimizar la pérdida de presión. En el tratamiento de líquidos, donde el proceso de eliminación es más lento, se utilizan partículas más finas para mejorar la velocidad o cinética del proceso de purificación.
¿Cómo funciona el carbón activado?
El carbón activado funciona mediante un proceso de adsorción. Esto implica la atracción de una molécula hacia la vasta superficie interna del carbón por fuerzas débiles, conocidas como fuerzas de London. La molécula se mantiene en su lugar y no puede ser removida, a menos que cambien las condiciones del proceso, por ejemplo, el calentamiento o la presión. Esto puede ser útil, ya que el carbón activado puede utilizarse para concentrar material en su superficie que posteriormente puede ser separado y recuperado. El uso de carbón activado para la recuperación de oro es un ejemplo común de esto.
En algunos casos, el carbón activado se trata químicamente para eliminar contaminantes y en este caso el compuesto reaccionado resultante generalmente no se recupera.
La superficie del carbón activado tampoco es completamente inerte, y se pueden lograr diversos procesos catalíticos aprovechando la mayor superficie interna disponible.
¿Para qué sirve el carbón activado en aplicaciones?
Los carbones activados tienen muchos usos diferentes, desde la filtración hasta la purificación y más allá.
En los últimos años, la intensidad y frecuencia de los problemas de sabor y olor en el agua potable ha aumentado en todo el mundo. Además del problema estético para el consumidor, esto también genera incertidumbre sobre la calidad y la seguridad del agua. Los compuestos responsables de los problemas de sabor y olor pueden tener un origen antropogénico (vertidos industriales o municipales) o biológico. En este último caso, son producidos por organismos microscópicos como las cianobacterias.
Los dos compuestos más comunes son la geosmina y el 2-metilisoborneol (MIB). La geosmina, con un olor terroso, suele ser producida por cianobacterias planctónicas (suspendidas en agua). El MIB, con un olor a humedad, se produce con mayor frecuencia en la biopelícula que se forma en rocas, plantas acuáticas y sedimentos. Estos compuestos son detectados por las células olfativas humanas en concentraciones muy bajas, incluso en el rango de unas pocas partes por billón (ppt o ng/l).
Los métodos convencionales de tratamiento de agua generalmente no pueden eliminar el MIB ni la geosmina por debajo de sus umbrales de sabor y olor, lo que lleva al uso de carbón activado para esta aplicación. Un método común de empleo es el carbón activado en polvo (CAP), que se dosifica en el agua según la temporada para controlar los problemas de sabor y olor.
Hora de publicación: 10 de marzo de 2022